17 de mayo, Sábado IV de Pascua
En tiempos de incertidumbre, buscamos señales claras, rostros que nos inspiren confianza y palabras que iluminen el camino. Vivimos rodeados de imágenes, mensajes y promesas, pero queremos algo visible, tangible, que nos dé seguridad.
El Evangelio de hoy nos recuerda que a veces no vemos porque no miramos con suficiente profundidad. La presencia transformadora del Reino se revela en lo cercano, en los gestos y acciones que hacen visible lo invisible.
Podríamos tratar de mirar con más hondura, de abrir la mente y el corazón a lo que ocurre a nuestro alrededor. También nosotros podríamos ser reflejo de lo que esperamos de los demás, sabiendo que lo esencial no se impone, pero sí se revela. Feliz sábado.
