Al otro lado

4 de mayo, Domingo III de Pascua

En un mundo que parece correr sin rumbo, muchos regresan a lo conocido buscando seguridad en la rutina, el trabajo de siempre, las soluciones de ayer. Volvemos a pescar donde ya no hay peces, agotados y vacíos, sin respuestas claras. Pero a veces, justo al amanecer, una voz distinta nos llama desde la orilla.

Lo nuevo comienza cuando nos atrevemos a escuchar esa voz y a cambiar el gesto; echar la red al otro lado. La verdadera transformación no ocurre en el esfuerzo solitario, sino en el encuentro, en el pan compartido, en la pregunta que toca el corazón: “¿Me amas?”. Ahí nace de nuevo el sentido, la misión, la vida.

Podríamos tratar de mirar hacia la orilla, atentos al murmullo que rompe nuestras inercias. Demos un paso, aunque sea pequeño, hacia lo que no controlamos del todo. Y si hemos de lanzarnos al agua, que lo hagamos con valentía, sabiendo que allí nos aguarda algo más que peces; una llamada, una posibilidad, una nueva dirección. Feliz domingo.

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