2 de junlio , miércoles de la XIII semana del tiempo ordinario
Sorprende cómo preferimos convivir con lo conocido, aunque nos limite, antes que abrirnos a lo que realmente transforma. La incomodidad ante el cambio suele pesar más que la gratitud por la liberación. Es más fácil expulsar al que incomoda que afrontar lo que revela.
El texto muestra cómo la presencia del bien puede incomodar cuando desestabiliza lo que parecía funcionar. Jesús libera, pero eso tiene un coste: pone al descubierto lo que muchos preferirían ocultar. La reacción del pueblo no es gratitud, sino miedo y rechazo, porque lo nuevo exige también una conversión.
Tal vez nos convenga preguntarnos qué presencias rehuimos porque nos desinstalan. Permitámonos acoger lo que libera, aunque nos sacuda. Dejémonos afectar por aquello que, aunque trastorne nuestras rutinas, nos conduce a una vida más plena. Feliz martes.
