2 de mayo, Viernes II de Pascua
Llama la atención cómo, en muchos lugares de sobreabundancia y consumo desbordado, seguimos creyendo que todos acceden a todo. Pero la realidad es que no. A ello se añade el miedo al “no llega para todos”, que paraliza la solidaridad y los gestos de generosidad.
Este relato nos recuerda que lo poco, ofrecido con fe, puede alimentar multitudes. Jesús no multiplica por magia, sino desde una lógica de gratuidad y comunidad. Solo cuando alguien se atreve a compartir lo que tiene, se abre el milagro de lo inesperado.
Una vez más, a partir de las crisis como la del apagón u otras, estamos llamados a la solidaridad. A ofrecer lo que tenemos y lo que somos para que las cosas cambien y el pan, la dignidad y la justicia lleguen para todos. Feliz viernes.
