4 de junio, Miércoles de la VII semana de Pascua
En una sociedad marcada por la polarización, con algoritmos que nos aíslan y discursos que enfrentan, el anhelo de unidad se vuelve contracultural. Vivimos juntos, pero no siempre unidos. La desconfianza crece cuando falta un «nosotros» que nos acoja.
Jesús ora para que los discípulos «sean uno», como Él y el Padre lo son. Así conforman una unidad profunda que no es uniformidad, sino comunión. La alegría que se nos muestra es la de vivir reconciliados.
Un día más se nos invita a cuidar los vínculos que suman y no las barreras que separan. Que nuestra forma de vivir favorezca el encuentro, abrace la diferencia y construya comunidad. Porque solo unidos podremos sostenernos y transformar lo que somos. Feliz miércoles.
