5 de junio, Jueves de la VII semana de Pascua
En un mundo fragmentado por discursos que polarizan, redes que aíslan y decisiones que dividen, la necesidad de unidad suena a veces como un ideal ingenuo. Sin embargo, seguimos anhelando espacios donde el entendimiento y la pertenencia no estén reñidos. En medio de tanta dispersión, el anhelo de comunión se vuelve urgente.
Jesús eleva una oración que no es solo para sus amigos, para que todos sean uno. Su sueño no es la uniformidad, sino la comunión profunda, la unidad que nace del amor compartido y del deseo de vivir entrelazados.
Hoy podríamos mirar más allá de lo que nos separa y tratar de unir lo disperso. Hoy podríamos intentar ser tejedores de comunión en lo cotidiano, allí donde estamos. Solo así podremos construir juntos algo distinto a lo que el mundo nos propone. Feliz jueves.
