29 de abril, Martes II de Pascua
Ayer fue un día de contraste. En medio de la aceleración de cada día nos vino el apagón que nos situó con mayor o menor afección en un plano distinto de lo cotidiano. La luz se fue, pero nos recordó que dentro de nosotros hay mucha luz de humanidad que necesita encenderse y que en lo cotidiano la tenemos apagada.
Jesús nos dice que acudamos a él los cansados y agobiados. La vida tiene mucho de agobio, pero podemos afrontarlo desde el Evangelio, desde la experiencia del Reino de Dios que nos pone y nos sitúa de un modo nuevo y nos ilumina en la oscuridad.
El apagón es de esos momentos colectivos compartidos. Se nos fue la luz pero sabemos que había muchas luces cuidando de otros que estaban en mayor vulnerabilidad. Esas pequeñas luces nos hacen ver que la poderosa luz de la solidaridad sigue siendo esencial en la humanidad. Feliz martes.
