Innovación y emprendimiento… ¿todo vale?
Por Rogelio Fernández
Parece que hoy en día la innovación y el emprendimiento se han convertido casi en principio y fin de todas las cosas. En todo debemos innovar y todas las personas tenemos que emprender. La cuestión es saber si para llevar a cabo estos procesos, todo vale.
Tengo la sensación de que cuando hablamos de innovación y de emprendimiento y hablamos de sostenibilidad lo que se nos viene a la cabeza es la sostenibilidad económica. Cuando hablaba con una buena amiga de esto, me decía de forma vehemente que ya no se podía entender la sostenibilidad solo desde el punto de vista economicista, de riqueza personalista, sino que había que hacerlo desde la triple cuenta de resultados que aconsejan organismos como el GRI (Global Reporting Initiative): económica, social y medioambiental… yo no lo tengo tan claro como ella. Creo que en muchas ocasiones el discurso generalizado es que el fin es el proceso como tal sin más cuestionamientos, y por ello creo que tenemos que hacer más incidencia en ello aquellos que estamos en la faena de desarrollar estas competencias en jóvenes y no tan jóvenes.
Considero que debemos señalar con claridad que existe un marco general de actuación que es el bien común. Bien común que, además, no está reñido con el crecimiento económico, ya que ambas lógicas, la Económica y la Ética, son parte de una misma realidad social. Que las personas tengan claro que los valores y principios éticos en los que debe fundamentarse su desarrollo profesional les permitirá una mejor comprensión de su papel en un entorno socioeconómico muy focalizado en la generación de riqueza, sin saber muy bien qué significa este término más allá del enriquecimiento personal.
Formación en valores que permitirá cuestionar y ayudarles a cuestionarse conceptos como son el beneficio, la justicia, la legalidad, en enriquecimiento, la generación de valor, los privilegios, la igualdad, lo global, lo local, lo que está bien y lo que está mal entre otras cuestiones. Principios que además no deberán quedarse en el ámbito de la llamada “Innovación Social”, como marco exclusivo de lo relacionado con personas y entornos cercanos al riego psicosocial o de pobreza, sino que deberán incluirse como sustrato moral de los planes de negocio y de los planes de vida. Valores que tienen que marcar el para qué de dichos procesos, el para qué de la vida.
Dejemos pues claro, a propios y extraños, que cuando hablamos de innovación y emprendimiento hablamos de generar riqueza en su concepción más amplia y generosa, y que cuando hablamos de sostenibilidad hablamos de hacerlo de forma sostenida en lo social, en lo medioambiental y en lo económico. Dejémoslo claro, no vayamos a confundirnos… dejemos claro que no todo vale.
*Para profundizar, Santiago García Echeverría es la mejor referencia…
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