27 de mayo, Martes VI de Pascua
Hay momentos en la vida en los que las despedidas nos abruman y los cambios nos generan incertidumbre. La marcha de alguien importante, o la transformación de lo que conocíamos, suele llenarnos de tristeza. Sin embargo, muchas veces es precisamente esa ausencia la que abre caminos nuevos.
El Evangelio nos invita a entender que algunas ausencias son fecundas. No todo lo que parece pérdida es el final; a veces, solo así puede llegar lo nuevo, lo que transforma desde dentro. Jesús nos promete al Espíritu que nos acompañará con su nueva presencia.
Se dice que cuando se cierra una puerta se abre otra. Confiemos en que todo paso que se abre nos prepara para algo más grande. Se trata de vivir en esa clave de esperanza del jubileo, convirtiéndonos en peregrinos de la esperanza. Feliz martes.
