15 de mayo, Jueves IV de Pascua San Isidro Labrador
Vivimos tiempos veloces, donde lo urgente nos despista de lo importante y la conexión constante apenas deja espacio para echar raíces. Muchos sienten que producen, pero no florecen. En medio del ruido, surge la necesidad de volver a lo que da vida.
No hay fruto sin permanencia, ni plenitud sin vínculo. Somos parte de algo mayor que nos sostiene y nos impulsa. Es el caso de Jesús, que nos muestra su unión al Padre como ejemplo de permanecer en el amor y dar fruto.
Hoy podríamos tratar de cuidar aquello que nos une a lo que más vida nos da. Podríamos mirar por dentro lo que realmente nutre, lo que da fruto, lo que permanece, para que nuestras vidas digan, en silencio fértil, de dónde brota su savia. Feliz jueves.
