Reflexionando sobre la vida
Por Mavi Balabanian, 2G
¿Vives la vida que quieres vivir o la que otros han querido que vivas? Viene bien, de vez en cuando, tomarse un respiro, relajarse, alejarse de uno mismo y verse en perspectiva. ¿Ésta es la vida que querías tener? ¿Así creías que ibas a estar hace 10 años, cuando imaginabas cómo serías 10 años después? ¿Has conseguido los objetivos que te propusiste o se te ha pasado el tiempo volando y no has logrado tachar ni dos de los numerosos propósitos que hiciste en tu lista (real o mental) sobre los lugares que te gustaría conocer, las experiencias que te gustaría vivir o las metas que te gustaría alcanzar?
Seguramente te hayan surgido muchas oportunidades en la vida de esas “a las que no puedes decir que no”. Tus amigos, tu pareja, tus padres, tus profesores, todos seguramente te animen a arriesgarte, a decir que SÍ, a adentrarte en nuevas aventuras que se te presentan y te ofrecen. Y sí, la gente que te quiere, quiere lo mejor para ti. Pero hay que tener algo muy en cuenta: quien va a vivir esa experiencia, eres TÚ. Y tanto lo bueno como lo malo, te ocurrirá a ti. Afectará al resto, sí. Pero las consecuencias de tus actos y vivencias, tanto buenas como malas, serán responsabilidad tuya. Por lo que, además de escuchar a quienes te rodean, hay algo muy importante que tienes que hacer, y es escucharte a ti.
Siempre dicen que tienes que decir que SÍ, sí a todo. En parte, esa es la actitud, siempre que ese SÍ sea lo que realmente quieres hacer. Muchas veces tenemos miedo a que si decimos que NO a diferentes propuestas que se nos presentan por el camino, en el futuro vamos a arrepentirnos. Pero tendríamos que tener más fe en nuestro “yo” del pasado. Si dijimos que NO, fue por algo. Sí, puede que fuera por miedo, por vergüenza, por el qué dirán, o sencillamente porque NO. Porque no nos apetecía o no era lo que queríamos hacer. Puede haber sido por un cúmulo de cosas o por una razón muy concreta. Pero ese NO definió nuestro futuro. Y no, no pasa nada. La realidad es que no hay vuelta atrás, siempre se vive para adelante e imaginar “qué hubiera ocurrido si…” no sirve si solamente lo hacemos para amargarnos y no para aprender y seguir caminando.
¿Eso es realmente lo que quieres hacer? ¿Ese es el camino que quieres seguir? ¿Ese es el trabajo en el que quieres desarrollar tu carrera profesional? ¿Te ves cada día levantándote para ir a trabajar a esa oficina con ilusión? ¿Esa es la vida que quieres tener? Piensa que día que pasa, día que inviertes o día que pierdes. Al fin y al cabo, es tu vida. Tuyas deberían de ser las decisiones. Siempre pensando que lo que decidas afectará al resto, por supuesto, pero sobre todo, te afectará a ti.
¿Tienes una idea y quieres apostar por ella pero en tu entorno te dicen que es muy arriesgado y que no hay nada mejor que un horario de oficina? ¿Tienes 35 años ni estás casada ni tienes hijos y estás un poco cansada de que la gente todo el rato te pregunte para cuándo una familia? ¿Quieres tomarte un tiempo de respiro en tu trabajo (y puedes permitírtelo) para desconectar y reencontrarte y tienes que aguantar cada dos por tres que la gente opine sobre si es lo mejor para tu carrera, tu economía o tu vida en general?
En serio, mientras tú no hagas daño a nadie ni tus acciones perjudiquen al resto, ¿qué más les da qué haces con tu vida, qué te pones y dejas de poner, qué haces o dejas de hacer, a quién amas o dejas de amar? ¿Desde cuándo se abrió la veda para que todos puedan opinar sobre lo que en teoría te conviene o no, sobre lo que está bien o no está bien, sobre lo que supuestamente deberías hacer y no estás haciendo?
Seamos realistas, no podemos cambiar a la gente que opina aunque no le hayamos pedido opinión. Pero sí que podemos cambiar nuestra actitud con la que nos tomamos los comentarios que nos hacen.
De hecho, reflexionando, es un error en el que hemos caído todos. ¿Por qué nos hemos creído con derecho a opinar sobre lo que en teoría es correcto o le puede convenir a alguien sin tener en cuenta lo que esa persona realmente desea?
Que no se malinterprete. No estoy diciendo que no hagamos caso a nadie y que pasemos de todo. Solamente digo que tendríamos que dejar de sentirnos tan influenciados y tan agobiados por la presión social y empezar a pensar un poco más en nosotros mismos. Puede que no siguiendo los consejos del resto, nos equivoquemos y no nos vaya bien. ¿Pero quién puede garantizar que de la otra manera hubiera sido mejor? Cuando ya tengamos una cierta edad y echemos la vista atrás, ¿no creéis que valoraremos más haber seguido nuestro instinto, habernos dejado guiar por las maripositas del estómago, haber apostado y arriesgado más por nuestros sueños, y no habernos pasado la vida intentando complacer al resto, cuando a quien primero tenemos que complacernos es a nosotros mismos?
Dicen que muchas cosas que nos ocurren en la vida, tanto las que pasan como las que no, aunque puede que no tengan una explicación en el momento, las entenderemos cuando seamos mayores y echemos la vista atrás. De los fracasos se aprende, muchísimo. De las relaciones fallidas y los juegos perdidos, también. Puede que en el momento que nos ocurran no nos demos cuenta. Quizás pensemos que es el fin del mundo, que nunca volveremos a querer como antes, a reír como entonces, a sorprendernos de nuevo. Pero en la tan repetida frase “el tiempo lo cura todo” se esconde mucha verdad. Con el tiempo nos damos cuenta de muchas cosas. De todo lo que hemos aprendido al fallar y sobre todo, de lo que hemos aprendido al volver a levantarnos. De que gracias a que te ocurrió “esto”, pudiste vivir “eso otro”. De que el único final lo marcas tú mismo y de que, dentro de tus posibilidades y circunstancias, está en tus manos decidir cómo vivir tu vida y confiar más en ti mismo.
Vive la vida que quieras tener y no la que otros quieren que vivas. Puede que suene algo egoísta, pero lo cierto es que cuando uno vive siendo coherente a sus principios, creencias y valores, emana una energía mucho más positiva, que a su vez repercute positivamente en los demás.
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Mavi Balabanian: Profesional del marketing y el vino y creadora de Marketing Vinícola. Especialidad: marketing para pymes · Perfil LinkedIn.
Muy interesante lectura, sin duda me siento identificada, soy una mujer de 35 años que no tiene y no planea hijos y las preguntas incomodas aún me persiguen.
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