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La privacidad en la era del Big Data

La nueva economía digital se enmarca en una era en la que mucha gente piensa que lo que hacemos en Internet, lo que usamos, en muchas ocasiones, es gratis. Los economistas suelen decir eso de que «nada es gratis«. Obviamente, algo o alguien tiene que pagar los servicios y productos que consumimos. Y esos, son los datos.

Hace unos años, comprábamos un GPS que nos costaba entre 200 y 300 € (mínimo). Hoy en día tenemos Google Maps y Waze. No nos cuesta nada poder usarlo, salvo la conexión a Internet… y los datos personales de por dónde nos desplazamos que es lo que les cedemos a cambio. No sé si alguna vez han probado a introducir en su navegador maps.google.com/locationhistory. A mí me sale esto (fijaros que incluso infiere donde trabajo y donde resido, que es el área que he difuminado):

Historial de localizaciones en Google Maps (Fuente: elaboración propia a partir de Google Maps)
Historial de localizaciones en Google Maps (Fuente: elaboración propia a partir de Google Maps)

Esto no es exclusivo de Google. Prueben en su dispositivo móvil. Por ejemplo, los que tienen un iPhone. Vayan en Ajustes, a Privacidad, luego a Servicios de Localización, y abajo del todo, les aparecerá un menú titulado «Servicios del sistema«. Miren cuántas cosas salen ahí… incluso el menú «Localizaciones frecuentes«.

Estos datos se los cedemos a cambio de un servicio, que, no me negarán, es bastante útil, nos ofrece una funcionalidad mejorada. Pero, también, en muchas ocasiones, se lo venden a terceros. Y puede entenderse; al final, de una manera más o menos clara, ya sabemos que Google lo hará, y además, deberá monetizar la gigantesca inversión que hacen para que podamos usar Google Maps apropiadamente.

¿Es esto bueno o malo? Responder esta pregunta siempre es complicado. Por eso a mí me gusta más responder en clave de costes y beneficios. Nada es gratis, como decía antes. Para obtener un determinado beneficio, tenemos que asumir un coste. Si el beneficio no compensa el coste que nos genera ceder los datos históricos de localización, entonces es un servicio que no debiéramos tener activado. Siempre se puede desactivar o comprar servicios de «anonimización» como www.anonymizer.com, que por menos de 100 dólares al año, nos permite anonimizar nuestro uso de servicios.

El caso del FBI vs. Apple ha abierto una nueva discusión en torno a la protección de la privacidad. Un dilema ético difícil de dirimir. ¿Tiene una empresa privada -Apple- que dar los datos de un usuario porque el interés público general -FBI- así lo requiere para la seguridad de los ciudadanos? Apple, de hecho, antepone la seguridad de sus usuarios, como si fuera un país más defendiendo sus intereses (con el tamaño que tiene, literalmente, como «si fuera un país»).

Este tipo de situaciones nos ha solido llevar a la creencia que el «Gran Hermano» de los gobiernos era un problema que no podíamos dejar crecer. Sin embargo, no sé si estoy muy de acuerdo con esta visión de que el «Gran Hermano» son los gobiernos. Me parece que incluso en muchos casos son proyectos «Small Data«. En la mayoría de los casos, los gobiernos, los ministerios del interio, no se fijan más que en metadatos en muchos casos de unos usuarios concretos, los que guardan una mayor probabilidad de cometer algún delito, por ejemplo. Como suelo contar cuando me preguntan por ello: «No creo que Obama tenga tiempo de leer mis documentos en Google Drive«.

El «Big Data» y donde realmente sí tienen muchos datos nuestros, es en el mundo de la empresa. En esta era digital donde dejamos traza de todo lo que hacemos (búsquedas, compras, conducciones, lecturas, etc.), alguien guarda y emplea esos datos. Y suelen ser empresas privadas. Y esto sí que debe ser de preocupación por todos nosotros. Y sí que debe ser algo que desde los gobiernos debiera «controlarse». O por lo menos, certificar su buen tratamiento. 

Sin embargo, tengo la sensación la gente ignora que esto es así. En un paper de 2013 de los economistas Savage y Waldman titulado «The Value of Online Privacy«, sugerían que los humanos estamos dispuestos a pagar porque nuestros datos no sean recopilados por las apps. Es decir, lo decimos, pero luego no nos preocupamos por ello. ¿Pereza? ¿Dificultad? ¿Ignorancia? Por otro lado, nos contradecimos. En el paper «The value of privacy in Web search«, solo el 16% de los que participaron en la encuestas estarían dispuestos a pagar porque su navegación en la web fuera totalmente privada. En un reciente paper de dos investigadores de la Universidad de Chicago titulado «Is Privacy Policy Language Irrelevant to Consumers?«,  aparece como solo una pequeña fracción de usuarios está dispuesta a pagar 15 dólares para detener la invasión de privacidad.

Todo esto, como ven, está generando muchas interrogantes y dilemas no siempre fáciles de responder. Esta nueva economía digital en la que pagamos con datos personales el uso de productos y servicios, ha hecho que los gobiernos -quizás tarde- comiencen a regular algunas cuestiones. La FCC -Federal Communications Commission o Comisión Federal de Comunicaciones-, ha estado trabajando hasta estos días en nuevas reglas que pone pequeños obstáculos a este uso de datos. Si bien solo aplica a las compañías de telecomunicaciones, no a las de Internet.

Entiendo que veremos muchos casos de demandas una vez que la gente comience a darse cuenta de muchas de estas cuestiones. Es solo cuestión de que como en los papers que antes comentábamos, la gente se vaya dando cuenta de ello, y lo considere un derecho fundamental. Ahí, y sin pagos por medio, entiendo que las personas sí que se mostrarían más conservadoras y garantes de su privacidad a la hora de ceder sus datos. Ya estamos viendo casos. Uno en el que se demandaba a Google por la lectura de emails que hace con Gmail (hubiera expuesto a Google a una multa de 9 billones de dólares), el software de reconocimiento facial que emplea Facebook y otros, que al parecer atentan contra las leyes estatales de Illinois. A sabiendas que la ley castiga con 5.000 dólares por violación de la privacidad, podría Facebook que tener que hacer frente a 30.000 millones de dólares de multa.

En esta economía digital, nuestra privacidad, los datos que generamos en el día a día son la nueva divisa. ¿Somos conscientes de ello? ¿Pagaríamos porque dejara de ser así? ¿El beneficio compensa el coste? Cuestiones interesantes que en los próximos años generarán casos y sentencias. La privacidad, otro elemento más que en la era del Big Data se ve alterado.